Diario de un aventurero en chinataun taun taun.

Monday, October 06, 2008

Shanghai I

MARTES 30 DE SEPTIEMBRE

Me levanto a las 4:30 de la madrugada con una resaca severa.


Ayer fue el cumple de Ranajit y Diana (un amigo bengalí y una amiga Colombiana) y, aunque debiera haberme abstenido, terminé bebiendo más cerveza de la aconsejable en el restaurante mongol y acompañando a todo el mundo al karaoke.


Duermo en el bus al aeropuerto y en el avión a Shanghai. La azafata me despierta para ofrecerme el desayuno, con Xifan (sopa de arroz, el único plato chino que me repugna) como plato principal. Al menos la macedonia está rica.


Al llegar, el cielo está oscuro y hace algo de fresco. Igual no he hecho bien en venir en pantalones cortos y chancletas.


Bus y metro hasta el albergue Captain Hostel, que me da bastante buena espina tanto por ubicación (junto al Bund, en el centro mismo de la ciudad), como por su aspecto y aparente limpieza. El dormitorio (para 6 personas) es muy grande y tiene armarios con llave para dejar las cosas. Las camas son también de buen tamaño y hay enormes ventanales desde los que se ven un gran patio, a un lado, y los rascacielos del Pudong, al otro.


Vista desde la habitación

Salgo y como fideos fritos con ternera y baozi en un restaurante cercano, y empiezo a dar un paseo por la zona, que parece muy interesante, pero me entra el cansancio y vuelvo para el albergue.

Antes de la siesta, llamo a Mikel (el primer euskaldún que conocí cuando llegué a China y que antes vivía en Shenzhen con Nerea, su mujer, y Markel, su hijo), quedo para cenar en su casa, y subo a echar un vistazo al bar de la azotea.

Me quedo sin habla en cuanto entro en el local y veo una espléndida terraza desde la que se dominan los tejados de dos de los edificios emblemáticos del Bund, el del HSBC y la aduana, el río Huangpu y los rascacielos del Pudong (espero que las fotos os sirvan para haceros una idea de la grandiosidad del panorama, puesto que imagino que habrá muchos a los que estos nombres no os dicen nada). Pospongo un poco la siesta para tomarme una cocacola con la terraza toda para mí.


Terraza del "Capitán"


En el dormitorio, mi vecino de enfrente, un negro de unos cincuenta tacos envuelto hasta la cabeza en la enorme toalla azul que nos dejan como manta, le echa una buena bronca a uno que se le cierra la puerta de un golpe por la corriente.

Duermo de un tirón hasta las 5:30 y me voy a la cercana calle Nanjing Este, a dar un paseo y a ver si encuentro algo que llevarles a Mikel y compañía.

La calle Nanjing es una de las zonas comerciales más célebres de China y, como era de esperar en víspera del día nacional, está hasta arriba de gente.


Cuando me paro a sacar unas fotos se me acercan un trío de estudiantes de bellas artes de Pekín, que al parecer tienen ganas de charleta. Hablamos un poco, y, cuando les digo que también dibujo, me invitan a ver su obras. Como tampoco es que tenga mucho que hacer, acepto la invitación les acompaño a un piso en una calle cercana donde tienen una serie de caligrafías y pinturas de estilo muy tradicional, con muchos dragones, caballos, grullas, tigres, paisajes al estilo de guangxi... y me preguntan si quiero comprar algo. Como las pinturas me parecen bastante malas, paso unos momentos incómodos tratando de alabar sus obras y escaquearme cuanto antes.

De vuelta en la calle, un tipo me ofrece hachís y mariguana, y más adelante, esperando al semáforo, otro me pregunta si quiero “sexy massaji”. Al decirle que no, me pregunta a ver si me gustaría mirar (en Shenzhen lo único que ofrecen por la calle a estas horas son DVDs piratas, ordenadores portátiles y facturas falsas).

Compro una bolsa palmeritas de hojaldre para mis anfitriones en una pastelería y, al llegar al final de la calle, en la plaza Remin, pillo un taxi para su casa.


Plaza Renmin, o herriko plaza, que es lo mismo

Hace más de año y medio que no les veo. Mikel está igual, Nerea se ha puesto de rubia, Markel está enorme y ya habla euskera, y Nahia, que no existía cuando estaban en SZ, se parece un montón a su madre. Disfruto muchísimo con el reencuentro, así como de la comida casera y el ambiente familiar, tan poco habituales para mí en China.

Al despedirnos, quedamos en que les llamaré más adelante y me vuelvo al albergue, a dormirla, procurando no despertar a mi vecino de enfrente.


2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Celebro la vuelta del blog. Comprendo que no nos lo cuentes todo, pero leer algo de tus aventuras de vez en cuando es como reir en compañia. ¿Hay mejor regalo?

6:51 PM

 
Blogger Martín said...

gracias, gracias, gracias... el placer es todo mío.

12:40 AM

 

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