Lecturas
Antes de nada me gustaría agradecer el apoyo que muchos me habéis manifestado como respuesta a la anterior entrega del blog. Puede que os diera una impresión más patética de lo que pretendía, o que el hecho de que me imaginéis solito en el otro extremo del mundo haga que algunos os preocupéis más de lo debido, así que me veo en el deber de aclararos que, con avestruces o sin ellas, sigo muy contento de estar aquí. Además, ahora que han pasado los exámenes, los chavales están volviendo en sí, recordándome a los primeros días de clase, cuando entonaban el “Hola Don Pepito” con un entusiasmo que hubiera emocionado al mismísimo Miliki. No pretendo negar la razón a aquellos que se sorprenden de que algunos alumnos no sean conscientes de la inmensa suerte que tienen de tenerme a mí como profesor, pero hay que tener en cuenta que con la cantidad de horas que meten (los de secundaria, internos en la modelo de Yantian, apenas paran de siete de la mañana a diez de la noche entre clases, sesiones de estudio, desfiles, debates, partidos de badminton y demás zarandajas) lo verdaderamente asombroso es que conserven conciencia suficiente para recordar sus propios nombres.
Ayer por la tarde me pasó algo curioso al salir del Shenzhen Book Centre, una especie de Fnac venida a menos con una cafetería idónea para tirarse horas leyendo. Una señora se me ha acercó en las escaleras mecánicas y, tras preguntarme de dónde era, me propuso acompañarla a la oficina de una empresa llamada Good Voice Culture Company para hacer una prueba de lectura en español. Al parecer hay aquí bastantes empresas que contratan a extranjeros para grabar mensajes publicitarios o educativos en sus respectivos idiomas (preferentemente inglés americano). Sé de unos cuantos yanquis que se sacan un dinerillo extra por esta vía, y hará unos seis meses me llamaron de una de estas empresas para hacer una prueba, pero al final se debieron olvidar de mí y no volví a saber de ellos.
Anduvimos más de media hora, atajando por callejones ignotos y patios particulares, hasta llegar a la oficina, que estaba bastante más lejos de lo que había insinuado la mujer, en un edificio de apartamentos algo destartalado. Al entrar se me presentó el jefe, un tipo bastante seco que no hablaba una palabra de guiri. También había allí un canadiense que ya se iba y tres chicas muy ocupadas que apenas levantaron la vista de la pantalla del ordenador cuando las saludé con la mano. Tras sentarme en el sofá de la entrada y darme un vaso de agua, el jefe procedió a entrevistarme utilizando a la mujer de la librería (cuyo inglés tampoco era para echar cohetes) como intérprete. Lo que más les interesaba saber era si era capaz de leer en inglés americano, a lo que yo respondía que, por poder, podía hacer un intento, pero que veía casi imposible que pudiera pasar por nativo. En estas ocasiones siempre me puede la honestidad, pero, bien porque estaban muy necesitados, o porque la intérprete (que cobraba una comisión por cada lector que les llevaba) no estaba interesada en traducir lo referente a mis carencias, insistieron en que hiciera una grabación en inglés. Leí dos folios llenos de frases y palabras inconexas en la sala de grabación con el convencimiento de que en cuanto le enseñaran aquello a cualquiera que entendiera un poco se iban a partir de risa, hasta que apareció una tal Gogo, que hablaba un inglés impecable, a la que pude por fin explicar que les haría mucho mejor servicio leyendo en mi idioma nativo. Gogo accedió a que hiciera una grabación en castellano, pero, al comprobar que no tenían textos, me preguntó si llevaba algo encima que pudiera leer. Miré en la mochila y encontré la letra de El menú, cuya versión a cargo del Golden Apple Quartet cosechó un notable éxito en mi clase de español avanzado. Recité la letra haciendo un esfuerzo titánico para ser solemne y que no me diera la risa, y creo que a los chinos les sonó bien porque el jefe me felicitó levantando los pulgares. Aquí tenéis la letra por si os apetece hacer un intento:
Ayer por la tarde me pasó algo curioso al salir del Shenzhen Book Centre, una especie de Fnac venida a menos con una cafetería idónea para tirarse horas leyendo. Una señora se me ha acercó en las escaleras mecánicas y, tras preguntarme de dónde era, me propuso acompañarla a la oficina de una empresa llamada Good Voice Culture Company para hacer una prueba de lectura en español. Al parecer hay aquí bastantes empresas que contratan a extranjeros para grabar mensajes publicitarios o educativos en sus respectivos idiomas (preferentemente inglés americano). Sé de unos cuantos yanquis que se sacan un dinerillo extra por esta vía, y hará unos seis meses me llamaron de una de estas empresas para hacer una prueba, pero al final se debieron olvidar de mí y no volví a saber de ellos.
Anduvimos más de media hora, atajando por callejones ignotos y patios particulares, hasta llegar a la oficina, que estaba bastante más lejos de lo que había insinuado la mujer, en un edificio de apartamentos algo destartalado. Al entrar se me presentó el jefe, un tipo bastante seco que no hablaba una palabra de guiri. También había allí un canadiense que ya se iba y tres chicas muy ocupadas que apenas levantaron la vista de la pantalla del ordenador cuando las saludé con la mano. Tras sentarme en el sofá de la entrada y darme un vaso de agua, el jefe procedió a entrevistarme utilizando a la mujer de la librería (cuyo inglés tampoco era para echar cohetes) como intérprete. Lo que más les interesaba saber era si era capaz de leer en inglés americano, a lo que yo respondía que, por poder, podía hacer un intento, pero que veía casi imposible que pudiera pasar por nativo. En estas ocasiones siempre me puede la honestidad, pero, bien porque estaban muy necesitados, o porque la intérprete (que cobraba una comisión por cada lector que les llevaba) no estaba interesada en traducir lo referente a mis carencias, insistieron en que hiciera una grabación en inglés. Leí dos folios llenos de frases y palabras inconexas en la sala de grabación con el convencimiento de que en cuanto le enseñaran aquello a cualquiera que entendiera un poco se iban a partir de risa, hasta que apareció una tal Gogo, que hablaba un inglés impecable, a la que pude por fin explicar que les haría mucho mejor servicio leyendo en mi idioma nativo. Gogo accedió a que hiciera una grabación en castellano, pero, al comprobar que no tenían textos, me preguntó si llevaba algo encima que pudiera leer. Miré en la mochila y encontré la letra de El menú, cuya versión a cargo del Golden Apple Quartet cosechó un notable éxito en mi clase de español avanzado. Recité la letra haciendo un esfuerzo titánico para ser solemne y que no me diera la risa, y creo que a los chinos les sonó bien porque el jefe me felicitó levantando los pulgares. Aquí tenéis la letra por si os apetece hacer un intento:
EL MENÚ (K. Zöllner)
Camarero, señor, camarero, señor.
¿Qué hay para hoy? Señor, un buen menú.
Solomillo asado con patatas fritas,
sesos huecos, hígado, liebre, chateaubriand.
Sopa de albondiguillas, caldo de tortuga, sopa húngara,
consomé de almejas, gran cocido parisién, huevos al gratén.
Tenemos pollo asao, asao, asao, asao, con ensalada,
buen menú, buen menú, buen menú, señor.
Y frescos calamares, gallo, pescadilla frita, salmonetes, barbos,
bacalao a la vizcaína, atún, besugo,almejas, truchas, sábalo, langosta
a la americana, y faisán relleno, pavo asao, asao...
Pavo asao, asao, asao, asao con ensalada,
buen menú, buen menú, buen menú, señor.
Frito de espinacas, berenjenas fritas, habichuelas, frijoles y tortilla al ron.
Crema, tocino de cielo, mazapán, natilla, hojaldre, franchispán,
flan de avellanas, frutas, queso roquefort y también gruyere.
Y después, buen helao, y café, buen provecho le haga a usted.
Buen provecho le haga a usted.
Me dijeron que me pagarían una comisión de 200 renminbis (20 euros) por cada colega yanki que les llevara, y que me llamarían en cuanto me necesitaran para leer algo. Espero que lo hagan, porque son unos 15 euros la hora.
Me dijeron que me pagarían una comisión de 200 renminbis (20 euros) por cada colega yanki que les llevara, y que me llamarían en cuanto me necesitaran para leer algo. Espero que lo hagan, porque son unos 15 euros la hora.
2 Comments:
kojonudo Martín. Pronto te oiremos en los anuncios del flan mandarín y del chop suey.
9:45 PM
Ten cuidao chaval. Aznar dijo eso de "I Know, now" y lo ponen todos los días en la radio.
3:04 AM
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