Sunny se casó
Sunny se casó el pasado 7 de octubre en la provincia de Fujian, en el pueblo natal de su marido. No nos habíamos visto desde que dejamos las clases de chino en julio, y el sábado quedé con ella para charlar en un Starbucks. A pesar que siempre he hablado bien de ella, confieso que no lo he hecho con la frecuencia ni el encomio que merece. Mis interlocutores nunca me parecían dignos de su atención, y temía que si se daba demasiado a conocer no me iba a ser posible reanudar las clases con ella, que es lo que ha terminado pasando. Al final mi estrategia ha fracasado y su lista de alumnos ha crecido hasta el punto de que le es imposible dar clases a nadie más. Merecido lo tenía.
Sunny parece feliz con su nueva vida, pero a mí su relato me hizo pensar que para casarse en China todavía hay que estar peor de la cabeza que para hacerlo en occidente.
La pareja quería casarse en Shenzhen con una celebración más austera a la que sólo asistieran amigos y familiares directos, pero la familia de él insistió en hacer una boda por todo lo alto en Fujian, invitando a casi todos los vecinos del pueblo, que por fortuna no debe ser demasiado grande, y agasajándolos con ostentación. A pesar de no haber sido idea suya, y de que los gastos corrían a cargo de su suegro, Sunny todavía estaba arrepentida y escandalizada por el dispendio. Más de quinientas personas asistieron al banquete, que empezó a media tarde y se alargó hasta las siete. 60.000 yuanes, alrededor de 6.000 euros, alrededor de un millón de pesetas, volaron en poco más de cuatro horas. No sabría deciros en qué medida, pero hay que tener en cuenta que un millón de pesetas para un chino supone muchísimo más dinero que para nosotros.
Después del banquete, los novios se reunieron con los amigos y familiares más próximos para la tradicional ceremonia del té. Según el rito, la pareja debe ofrecer una copa de té a todos los invitados, y estos tienen derecho a obligar a cantar a la pareja y formularles cualquier tipo de pregunta antes de aceptar el ofrecimiento y mostrar su aprobación al enlace. Al parecer, el que alguien se oponga a hacerlo puede arruinar la boda, por que no se explica que de otra manera que los novios vayan a pasar por semejante humillación. Ambos tuvieron que cantar en varias ocasiones, pero a Sunny le tocó contestar a la mayoría de las preguntas (preguntas como si sabía cocinar tal o cual plato, cuánto dinero hacía con su trabajo, o si tenía una cuenta propia en el banco) y mostrarse encantada de ello, la anfitriona ideal. Al día siguiente repitieron el rito con unos cuarenta vecinos que siguieron poniendo a prueba la paciencia de la pareja. En particular el borracho del pueblo, que, sintiéndose ofendido no se sabe muy bien por qué, se negaba a aceptar la dichosa copa. El marido y el suegro tuvieron que tirarse horas hablando y bebiendo con el sujeto para que se aviniera a tomar el té.
Con eso se terminó la ordalía y los recién casados pudieron irse a descansar a Hainan, una isla muy turística donde disfrutaron del sol y del marisco.
A pesar de todo esto, no descarto casarme con una chica de Fujian. Por lo que me dijo Sunny, cuando un hombre se casa con una oriunda de la provincia debe ofrecer una dote a la familia política. La familia rechaza la dote y ofrece a cambio una suma mayor.
Sunny parece feliz con su nueva vida, pero a mí su relato me hizo pensar que para casarse en China todavía hay que estar peor de la cabeza que para hacerlo en occidente.
La pareja quería casarse en Shenzhen con una celebración más austera a la que sólo asistieran amigos y familiares directos, pero la familia de él insistió en hacer una boda por todo lo alto en Fujian, invitando a casi todos los vecinos del pueblo, que por fortuna no debe ser demasiado grande, y agasajándolos con ostentación. A pesar de no haber sido idea suya, y de que los gastos corrían a cargo de su suegro, Sunny todavía estaba arrepentida y escandalizada por el dispendio. Más de quinientas personas asistieron al banquete, que empezó a media tarde y se alargó hasta las siete. 60.000 yuanes, alrededor de 6.000 euros, alrededor de un millón de pesetas, volaron en poco más de cuatro horas. No sabría deciros en qué medida, pero hay que tener en cuenta que un millón de pesetas para un chino supone muchísimo más dinero que para nosotros.
Después del banquete, los novios se reunieron con los amigos y familiares más próximos para la tradicional ceremonia del té. Según el rito, la pareja debe ofrecer una copa de té a todos los invitados, y estos tienen derecho a obligar a cantar a la pareja y formularles cualquier tipo de pregunta antes de aceptar el ofrecimiento y mostrar su aprobación al enlace. Al parecer, el que alguien se oponga a hacerlo puede arruinar la boda, por que no se explica que de otra manera que los novios vayan a pasar por semejante humillación. Ambos tuvieron que cantar en varias ocasiones, pero a Sunny le tocó contestar a la mayoría de las preguntas (preguntas como si sabía cocinar tal o cual plato, cuánto dinero hacía con su trabajo, o si tenía una cuenta propia en el banco) y mostrarse encantada de ello, la anfitriona ideal. Al día siguiente repitieron el rito con unos cuarenta vecinos que siguieron poniendo a prueba la paciencia de la pareja. En particular el borracho del pueblo, que, sintiéndose ofendido no se sabe muy bien por qué, se negaba a aceptar la dichosa copa. El marido y el suegro tuvieron que tirarse horas hablando y bebiendo con el sujeto para que se aviniera a tomar el té.
Con eso se terminó la ordalía y los recién casados pudieron irse a descansar a Hainan, una isla muy turística donde disfrutaron del sol y del marisco.
A pesar de todo esto, no descarto casarme con una chica de Fujian. Por lo que me dijo Sunny, cuando un hombre se casa con una oriunda de la provincia debe ofrecer una dote a la familia política. La familia rechaza la dote y ofrece a cambio una suma mayor.
3 Comments:
Que irradie optimismo. Será bien recibida.
7:06 PM
¿Qué quieres decir con eso?
7:52 PM
vamos a poner bote comun y sortear kien se casa. reparto 70-30. piensalo. Besarkada bat marto!
4:40 PM
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