Diario de un aventurero en chinataun taun taun.

Wednesday, July 05, 2006

Haciendo las cosas a medias

Llevo dos semanas de vacaciones, dos semanas en las que pensaba hacer muchas cosas, como dedicarle más horas al chino, dibujar, hacer diversas excursiones para explorar la provincia de Guangdong… Me conozco lo suficiente para saber que era más que probable que estuviera siendo demasiado ambicioso y que seguramente terminaría haciendo lo que mejor se me da, que es perder el tiempo escuchando música, viendo DVDs, jugando con el ordenador, o incluso leyendo, pero no por eso deja de ser algo frustrante constatar que he vuelto a hacer las cosas a medias. No he estudiado tanto como pretendía, no he dibujado más que lo publicado en el blog, y sólo he salido de Shenzhen para pasar la mañana en una playa de Hong Kong y comprar cómics. Me da que no soy el primero que se engaña al pensar que la soledad y el tiempo libre le permitirán ser más productivo.
Aunque los alumnos menores de trece todavía tienen algunas clases hasta pasado mañana, la escuela ha estado muy desangelada desde que los alumnos mayores terminaron los exámenes finales y gran parte de los profesores hicieron las maletas. No es que echen de menos el guirigay y la megafonía a todas horas, pero hay algo muy tétrico en pasearse por una escuela semiabandonada. Sólo quedamos tres profesores extranjeros. Yo, Patrick, un “chaval” negro de diecinueve años, grande como una montaña y pelo a lo afro teñido de rojo, que ha venido a dar clases durante un mes por medio de un extraño convenio con su antiguo instituto de Indiana (extraño digo porque le dejaron sin clases al de dos semanas de estar aquí, así que ahora estamos en las mismas), y Mayumi, la profesora japonesa, de la que me he hecho muy amigo a pesar de que no habla inglés y sabe tanto chino como yo. No es que nuestras conversaciones tengan mucho fundamento, pero gracias a nuestra inquebrantable voluntad, así como a la inestimable ayuda de su diccionario electrónico, nos entendemos bastante bien. A ver cuando nos bebemos esa botellita de sake que me regaló hace unos días…
Mi chino va mejorando poco a poco aunque no puedo atribuirme el mérito porque les corresponde en su mayor parte a mis dos profesoras particulares. Habéis leído bien: DOS. La primera, Sunny, es la profesora particular que hemos compartido yo y la americana durante todo el semestre. Ahora la tengo sólo para mí y, aunque me hace feliz proclamar sus virtudes, me pongo un poco celoso a la hora de dar su teléfono. Mi otra profesora se llama Conchita (que conste que no fui yo el que le puso el nombre), e intercambiamos dos horas semanales de español por dos de chino. Las dos son excelentes a pesar de que sus métodos y su personalidad son casi opuestos. Sunny es tan alegre y angelical como su nombre indica. Me resulta imposible describirla sin ponerme cursi, pero no es para nada empalagosa. A la hora de enseñar, se esfuerza pacientemente por hacerme avanzar sin pretender que lo haga todo bien. Conchita es más enérgica e impaciente, hasta el punto de que a veces amaga con darme una toba cuando cometo algún error. Es una perfeccionista y mi pronunciación ha mejorado muchísimo con ella, pero me cuido mucho de dejar a la vista el cutter con el que le gusta juguetear durante nuestras lecciones.
Todavía soy casi un analfabeto con los caracteres y tengo serios problemas para hacerme entender en la calle, pero empiezo a ganar más batallas de las que pierdo, y da gusto verme charlar con las camareras del Camel, el único bar con pinta de bar (futbolín, dardos, mesa de billar…) que he encontrado en esta ciudad. Habrá que dedicarle una entrada al bar de mi amigo Xianzi.
Todavía no he visto más China que la ciudad menos china de la China continental (Hong Kong es bastante menos china de lo que Gibraltar es español, así que no cuenta), pero antes de ayer tuve una experiencia genuinamente china al hacer mi primera visita a la peluquería. Por más que uno esté sobre aviso, el hecho de ir a que te corten el pelo y que te terminen dando un masaje de cabeza, hombros y brazos no deja de ser algo que te haga preguntarte si sigues en el mismo planeta. Hubo momentos, como cuando la peluquera me metió los dedos en los oídos, en los que me sentí un poco incómodo y tuve que hacer esfuerzos por no reírme, pero no tardé en sentirme más relajado y disfrutar de la experiencia. No tengo ni la más remota de para qué es bueno, pero es muy agradable y visto lo barato que es (dos euros por el masaje, el lavado y el corte de pelo) comprendo que mis compañeras guiris fueran allí casi a diario para lavarse la cabeza y que les dieran un meneo (80 céntimos).
Mañana me voy a Guangzhou, para cumplir (parcialmente, cómo no) con el último de mis propósitos, explorar la provincia de Guangdong. Vuelvo a Bilbao el 15, así que todavía me queda algo de tiempo que desperdiciar.

4 Comments:

Anonymous Anonymous said...

A ver si he contado bien:

- Mayumi, la profesora japonesa.
- Sunny, la 1ª profesora de chino.
- Conchita, la 2ª profesora de chino.
- La peluquera que mete los dedos en los oídos.

Yo a eso no le llamaría nunca perder el tiempo.

Hasta pronto. Un abrazo.

2:52 PM

 
Anonymous Anonymous said...

que suerte, profesoras particulares, masajes...
que se nos ponen los dientes largos!!!
Disfruta lo que te queda.

6:02 AM

 
Anonymous Anonymous said...

yo se de unos cuantos que se apuntarían a perder el tiempo como tu. Bueno, estamos deseando que vengas. Hasta pronto.

1:45 PM

 
Anonymous Anonymous said...

has venido muy bien Martin.
Ahora que vamos a leer???

3:16 AM

 

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