Diario de un aventurero en chinataun taun taun.

Thursday, March 13, 2008

Currando para el Buzz

Parece que lo de Japón va a tener que esperar un poco más. Ahora, los del Buzz (www.shenzhenbuzz.com) me han contratado para que les haga una columna semanal sobre arte en Shenzhen. Sinceramente, hubiera preferido encargarme de la crítica cinematográfica, pero ya estaba pillado y, después de darle unas vueltas, lo del arte igual no está tan mal. Ya os hablaré de los saraos y las inauguraciones. Empezarán a publicar las columnas en unas dos o tres semanas, pero ya estamos escribiendo. A continuación, os traduzco una cosa que he escrito para una serie de artículos en la que los colaboradores explicamos nuestra experiencia como expatriados, y os pongo otro par de dibujos de Buzz y Shoozi.


EL SÍNDROME HP


No pertenezco a esa clase de expatriado español que se ofende siempre que la camarera del Starbucks le pregunta si estaba hablando en “mejicano” por el teléfono, el taxista parece creer que España está en alguna parte entre los Estados Unidos y Méjico, o las chicas de la discoteca dan por hecho que es un bailarín de salsa formidable.
Me duele admitir que alguna gente en España también puede ser bastante ignorante respecto a China. Siempre que vuelvo a casa, me canso de explicar que no he practicado karate, que no he visto colegialas en minifalda, y que no he disfrutado de la compañía de ninguna geisha. Cuando sugiero que deben estar pensando en el país equivocado, mis interlocutores no ocultan su decepción e inevitablemente me preguntan: “¿y qué demonios hay ahí, entonces?”
Así que no, no creo que tenga derecho a quejarme cada vez que la gente asume que masacrar toros me proporciona algún placer, o (aún peor) que soy un ferviente seguidor del Real Madrid Club de Fútbol. Por otro lado, los estereotipos pueden a veces ser algo bueno. Siempre hay gente lo bastante ingenua como para pensar que los franceses son románticos, los italianos saben vestir, los británicos son educados, y los españoles son apasionados.
Por muy frecuentes que sean, ninguno de los citados malentendidos culturales me molesta tanto como el que me dispongo a explicar.
Si eres un blanco, con gafas, menor de 30, y con una cantidad considerable de pelo en la cabeza, has tenido que padecer este problema. De no ser así, bien no has pasado bastante tiempo aquí (un par de horas deberían bastar) o bien no te pareces en nada a un blanco, con gafas, menor de 30, y con una cantidad considerable de pelo en la cabeza (por lo que a mí respecta, puede que te parezcas a una chica con gafas o a un frigorífico con gafas).
Al comienzo, atribuí el fenómeno a la proverbial miopía de los chinos, pero después de un tiempo me empecé a preocupar y terminé cambiando mis gafas redondas de montura metálica por unas de pasta cuadradas, sólo para descubrir que no importaba. Finalmente, las pesadillas empezaron, y, tras dos años sometido a esta tortura, temo que estoy perdiendo la cabeza.
El peor aspecto del fenómeno es que quien inflige el daño, al menos en apariencia, pretende halagar al ofendido, incapaz de articular una respuesta adecuada, puesto que parecería grosera y fuera de lugar.
A lo que me refiero es que, siempre que seas blanco, lleves gafas, seas menor de 30, y tengas una cantidad considerable de pelo en la cabeza, todos los chinos creen que eres la viva imagen de cierto brujo adolescente que lleva el nombre de Harry Potter.
¡Maldito seas HP, ojalá ardas en la hoguera!