XIA KE
“Xia ke” es también lo que dice el chaval del dibujo que adjunto para que conozcáis el uniforme distintivo de los colegiales shenzhenitas, así como para que os maravilléis ante la elegancia y la precisión de mi trazo.
Diario de un aventurero en chinataun taun taun.
Han despedido al señor Zou, el chofer de la escuela que me llevaba al campus de secundaria los martes y los jueves. Me da mucha pena porque era una persona encantadora, pero la verdad es que era un conductor bastante temerario (a la entrada “seguridad vial” me remito), y a mediados de enero terminó pegándosela con el minibús de la escuela, dando una vuelta de campana con el brazo fuera de la ventanilla. Yo le vi en el comedor de la escuela poco después, pero no me acerqué a hablar por temor a que me enseñara la avería que se había hecho en el antebrazo. Recuerdo que también me inquietaba el hecho de que, en mi último viaje, le regalara un CD de música latinoamericana, como si esto le hubiera traído mala suerte. Y ahora esto.
Espero que no tarde en encontrar otro trabajo y que procure conducir con más prudencia. Zaijian Zou sifu.
Con motivo de esta efeméride haré un breve repaso de mi mes de vacaciones en España.
Cuando la gente de aquí me pregunta qué he hecho, mi respuesta (comer, beber, estar con la familia, salir con los amigos…) deja algo que desear en comparación con las exóticas experiencias descritas por mis compañeros guiris. Salvo una japonesa que también se volvió a casa (¡pasando por Disneylandia!), aquí todo el mundo ha aprovechado estas fechas para hacer turismo por China o visitar países cercanos, lo que me convierte en el único que ha vuelto más gordo y pálido de lo que estaba. El único, si descontamos a la japonesa y a los tropecientos miles de millones de chinos que han regresado a sus pueblos y ciudades de origen para comer, beber, estar con la familia y salir con los amigos.
Que conste que a mí ese plan me parece lo mejor de la vida, que diría Conan, y que seguramente le da mil vueltas a ir de mochileo a la montaña del dragón tornasolado, pero tampoco es que de mucho que hablar.
Por supuesto que he hecho (o, más bien, comido) cosas extraordinarias, pero haber cómo le hago entender a esta gente lo que es un buen cordero asado o unas cocochas en salsa verde, por no hablar de los verdeles del Cantábrico o los triángulos del M. Más caso me hacen cuando les hablo de cantidades y dimensiones, como cuando les describo la doble hamburguesa deluxe, del Deluxe, el único motivo que se me ocurre para visitar el barrio bilbaino de Miribilla. Mis colegas no dan crédito cuando les describo esta monstruosidad, imitando lo mejor que puedo a mi amigo Arka. “¡Así!” explico, haciendo como que cojo un balón de baloncesto, “la carne tiene un grosor de dos centímetros, y lleva huevo frito, jamón, bacon, queso, pepinillos, lechuga, tomate, cebolla, y pan pan, no pan bollo de ese del Mc Donald’s”. Quizás no sea tan, tan, tan grande como dice Arka, pero creedme cuando os digo que, al lado de la maravilla de Miribilla, la doble Whopper XXL parece un canapé. Yo me comí una entera por eso que me dijeron de que no iba a poder con ella, pero, por muy orgulloso que me sienta de la hazaña, recomiendo compartirla entre varias personas, que luego os duele la tripa. La mayor pega es que se ha corrido la voz y ya viene gente de todas partes a darse el atracón, lo que hace que el garito este lleno hasta la bandera hasta los martes por la noche.
De modo que eso es lo que he hecho: comer, beber, estar con la familia, salir con los amigos, y zamparme la hamburguesa más grande del mundo.
Por supuesto que no me olvido de la cena del cumple, la despedida de Gorka, los carnavales, y demás ratos fantásticos que me habéis hecho pasar, pero ya os he dicho que iba a ser breve, ¿no?