Diario de un aventurero en chinataun taun taun.

Friday, March 30, 2007

XIA KE

Estas son mis dos palabras favoritas. Juntas significan “se acabó la clase”. Cuando llega la hora y lo digo bien alto, los alumnos responden al unísono “xie xie Mading laoshi, laoshi zaijian” (“gracias profesor Martín, hasta luego profesor”) y a veces hasta aplauden. Esta muestra de gratitud bien puede deberse a que se alegran de perderme de vista hasta la semana que viene, pero no por eso deja de conmoverme. Supongo que esto debe dar bastante envidia a mis compañeros en occidente, ¿no?
“Xia ke” es también lo que dice el chaval del dibujo que adjunto para que conozcáis el uniforme distintivo de los colegiales shenzhenitas, así como para que os maravilléis ante la elegancia y la precisión de mi trazo.

Monday, March 26, 2007

Desayuno

En China se madruga bastante y se desayuna fuerte, muy fuerte. Aunque he adoptado sin demasiada dificultad muchos de los hábitos de los lugareños (el almuerzo a las once y media de la mañana y la cena a las seis de la tarde, ponerme de cuclillas siempre que tengo que permanecer quieto mucho rato, arrimarme al de delante hasta no dejar hueco cuando hago cola, no vaya a meterse otro enmedio…) todavía me levanto alrededor de las ocho y media (salvo los lunes, cuando la megafonía de la escuela me despierta a las siete con el himno nacional) y me mantengo fiel al Nescafé con leche y galletas. Aunque es posible tomarse un café en la calle al mismo precio que en España, el café es casi un artículo de lujo y la gente no acostumbra a tomarlo frecuentemente. Las cafeterías, casi todas Starbucks, son locales para que pijos y guiris se hagan los interesantes tomando un caramel mancciatto de café guatemalteco mientras leen un libro (o revista especializada en diseño o arquitectura) o chatean con sus ordenadores portátiles conectados a la red wifi. Desde luego no son lugar para que el currante de turno se tome un cortado y un cruasán mientras ojea el periódico y se fuma un cigarrillo (creo que te capan si enciendes uno en el Starbucks).
Como el café mañanero es para mí algo irrenunciable y me gusta tomarlo en casa, estoy bastante seguro de que nunca me adaptaré al desayuno Chino, por mucho que disfrute con lo que se come en las demás horas del día. Sin embargo, muy de vez en cuando, me paso por el comedor de la escuela y hago como los demás, aunque sólo sea por comer a cargo de la empresa.
Esta es la foto de lo que tomé la última vez. Al fondo de la foto, podéis ver un cuenco de leche de soja, demasiado insípida para mi gusto. En la bandeja, al lado de esas verduritas que no llegué a identificar, está el baozi, una especie de bollo cocido al vapor y relleno de carne o verduras, o ambas cosas. A su derecha hay un señor huevo duro y, frente al mismo tenemos un tiernísimo pedazo de pan con semillas de sésamo. En primer plano, un bizcocho y un mianbao (pan chino por antonomasia, tan blanco y sabroso como el papel) relleno de jamón. No era ni mucho menos toda la bollería disponible, y también había sopa de fideos, así como xifan, lo que en inglés se llama rice porridge, una sopa de arroz que, sin ser repugnante, se encuentra en mi pequeña lista negra de alimentos chinos, justo por encima de las orejas de cerdo y por debajo de las manos de pollo.
En la calle también se ve mucho una variedad de porra china que, a pesar de su idéntica apariencia, no está a la altura de su equivalente español.

Sunday, March 25, 2007

Empezar de nuevo

Ya me podéis perdonar por este par de semanas sin dar señales de vida. Mi ordenador contrajo unos virus letales y terminó por perder totalmente la cabeza. No hubo forma de restaurar el sistema y al final no me quedó otra que formatear el disco duro, perdiéndolo todo: las fotos, la música, los videos, todo lo escrito en el último año… Supongo que todavía tardaré en darme cuenta de la magnitud de la pérdida, cuando intente buscar tal o cual documento y descubra que ya no existe. En fin, es lo que pasa cuando se anda alegremente metiendo el pendrive en los ordenadores de la escuela sin tomar las precauciones necesarias. Seré más cuidadoso de ahora en adelante.
Ahora tengo el ordenador como nuevo y va siendo hora de empezar a darle caña, ¿no creéis? De primeras, tengo la firme intención de dedicarle más tiempo al blog. Hace tiempo que esta página languidece, y la sequía de comentarios que se vive desde hace meses es una clara prueba de ello. Se dice que quien pasa una semana en China es capaz de escribir un libro acerca de su experiencia, al que pasa medio año le cuesta escribir un artículo, y el que lleva más de un año apenas puede escribir una postal. Vamos a desmentirlo pues.
Os dejo, de momento, con una instantánea de la calle Shennan, con el rayo láser del edificio Diwan resplandeciendo en el cielo nocturno.

Eso sí que es el rayo verde.

Monday, March 05, 2007

Una mala noticia


Han despedido al señor Zou, el chofer de la escuela que me llevaba al campus de secundaria los martes y los jueves. Me da mucha pena porque era una persona encantadora, pero la verdad es que era un conductor bastante temerario (a la entrada “seguridad vial” me remito), y a mediados de enero terminó pegándosela con el minibús de la escuela, dando una vuelta de campana con el brazo fuera de la ventanilla. Yo le vi en el comedor de la escuela poco después, pero no me acerqué a hablar por temor a que me enseñara la avería que se había hecho en el antebrazo. Recuerdo que también me inquietaba el hecho de que, en mi último viaje, le regalara un CD de música latinoamericana, como si esto le hubiera traído mala suerte. Y ahora esto.

Espero que no tarde en encontrar otro trabajo y que procure conducir con más prudencia. Zaijian Zou sifu.

Sunday, March 04, 2007

Una hamburguesa, pero de Bilbao


Hoy es el día de la linterna, algo así como el entierro de la sardina de las celebraciones del año nuevo chino. Tengo entendido que en algunas partes se hacen desfiles nocturnos con linternas para celebrar que ya han pasado quince días del cambio de año, tenemos la primera luna llena del txarri y ya va siendo hora de dejar de lanzar fuegos a diestro y siniestro.

Con motivo de esta efeméride haré un breve repaso de mi mes de vacaciones en España.

Cuando la gente de aquí me pregunta qué he hecho, mi respuesta (comer, beber, estar con la familia, salir con los amigos…) deja algo que desear en comparación con las exóticas experiencias descritas por mis compañeros guiris. Salvo una japonesa que también se volvió a casa (¡pasando por Disneylandia!), aquí todo el mundo ha aprovechado estas fechas para hacer turismo por China o visitar países cercanos, lo que me convierte en el único que ha vuelto más gordo y pálido de lo que estaba. El único, si descontamos a la japonesa y a los tropecientos miles de millones de chinos que han regresado a sus pueblos y ciudades de origen para comer, beber, estar con la familia y salir con los amigos.

Que conste que a mí ese plan me parece lo mejor de la vida, que diría Conan, y que seguramente le da mil vueltas a ir de mochileo a la montaña del dragón tornasolado, pero tampoco es que de mucho que hablar.

Por supuesto que he hecho (o, más bien, comido) cosas extraordinarias, pero haber cómo le hago entender a esta gente lo que es un buen cordero asado o unas cocochas en salsa verde, por no hablar de los verdeles del Cantábrico o los triángulos del M. Más caso me hacen cuando les hablo de cantidades y dimensiones, como cuando les describo la doble hamburguesa deluxe, del Deluxe, el único motivo que se me ocurre para visitar el barrio bilbaino de Miribilla. Mis colegas no dan crédito cuando les describo esta monstruosidad, imitando lo mejor que puedo a mi amigo Arka. “¡Así!” explico, haciendo como que cojo un balón de baloncesto, “la carne tiene un grosor de dos centímetros, y lleva huevo frito, jamón, bacon, queso, pepinillos, lechuga, tomate, cebolla, y pan pan, no pan bollo de ese del Mc Donald’s”. Quizás no sea tan, tan, tan grande como dice Arka, pero creedme cuando os digo que, al lado de la maravilla de Miribilla, la doble Whopper XXL parece un canapé. Yo me comí una entera por eso que me dijeron de que no iba a poder con ella, pero, por muy orgulloso que me sienta de la hazaña, recomiendo compartirla entre varias personas, que luego os duele la tripa. La mayor pega es que se ha corrido la voz y ya viene gente de todas partes a darse el atracón, lo que hace que el garito este lleno hasta la bandera hasta los martes por la noche.

De modo que eso es lo que he hecho: comer, beber, estar con la familia, salir con los amigos, y zamparme la hamburguesa más grande del mundo.

Por supuesto que no me olvido de la cena del cumple, la despedida de Gorka, los carnavales, y demás ratos fantásticos que me habéis hecho pasar, pero ya os he dicho que iba a ser breve, ¿no?