Diario de un aventurero en chinataun taun taun.

Thursday, November 29, 2007

Haciendo el indio en China II: Guangzhou

Guangzhou, la nuit

El regateo tiene su gracia pero acaba cansando. Exhaustos encontramos un taxi que nos lleve con todo el cargamento a casamarto. Incautos de nosotros, hemos olvidado que la mayoría de taxistas controlan menos el callejero de Shenzhen que nosotros mismos.

Tardamos una hora en llegar a casa y, sin tiempo ni para saludar, Martin nos reparte tareas a cada uno. ¡Hoy tenemos euskal jaia en el piso! Hace cuatro años nos hicimos con el campeonato internacional de tortilla de patata celebrado en Lisboa y al parecer la fama nos acompaña también en China. Es difícil sacudirse la presión con una docena de orientales, africanos y europeos asomándose por la puerta de la cocina, excitados por poder presenciar el milagro gastronómico. Todo sale según el guión y entre tanto espárrago de Navarra (cultivados en China y con la etiqueta en euskera del Eroski), queso Idiazabal, embutidos de Indautxu y vino Sange de toro, además de dos tortillas de patata (con cebolla, pimiento verde y un sutil toque de ajo) es imposible sacar a la gente de casa. Entre alabanzas al cocinero conseguimos tras consenso unánime acercarnos al U-bar. Garito hip-hop repleto de caucásicos que creen ser negros y grupos de chinas comandadas por madams que les triplican la edad. No mola.

Tortillada chez Martín

¿Que se puede hacer en China a las 4:30 de la madrugada? Pues, volver a cenar! Cenar y presenciar la versión China de la kale borrika. Aquí a falta de contenedores, apilan de forma ordenada la basura en las aceras y le prenden fuego a eso de las 5. Hay que ver como disfruta el ternero entre las hogueras. Como no vienen los antidisturbios decidimos ir a la camita discutiendo quién tendrá que compartir cuarto con Ricar y su respiración de asmático en fase terminal. Hoy es Gusi quien nos espera en las escaleras. ¿Qué pensarán de nosotros los de seguridad?

13 de octubre. Día 4.

When Dan Dan, Wendy para los amigos occidentales, es una joven menuda de rostro ovalado y gusto exquisito para la moda. Trabaja en una multinacional americana y habla con fluidez en un ingles sin acento. Al parecer tiene también buen oído pues apreció desde un primer momento mi dominio del idioma de los Beckham y así se lo hizo saber a Martin. A él en cambio no le hizo demasiada gracia la observación de que yo dominaba mejor el idioma que un licenciado en filología inglesa. A todas luces, nuestra guía en Guangzhou le daba al frasco carrasco.

Con Wendy

Un tren ultrasónico que te lleva en una hora de Shen-zhen a Guangzhou 16euros. Botellines de agua para el viaje 1euro. Llamada a nuestro cibercontacto en la ciudad 1,2euros. Encontrar a una china de metro cuarenta y cinco en medio de una atestada terminal de tren y que te lleve a un restaurante budistavegetarianoconmesagiratoria, no tiene precio.

Ricar y un servidor ganamos el campeonato de la mesa giratoria. ¡Engullir! Ante las miradas de reproche de todo el restaurante, pedimos cuchillo y tenedor para poder repartir unos fideos de 123m de longitud. Nos cargamos en un minuto 2500años de tradición y protocolo y Wendy lo celebra entre risas. Nos queda claro que le da al frasco más que la hermana de un conocido. Ricardo: “¡que escándalo!”.
Restaurante Budista

Necesitamos una siesta. El hotel se encuentra en una isla frente a la bahía, en una antigua concesión a Francia, Reino Unido y Estados Unidos. De ahí los magníficos edificios coloniales. Un lugar tranquilo con agradables avenidas ajardinadas, rodeado por una bulliciosa ciudad industrial en pleno desarrollo. Una vez más Marto acierta con la elección.

Arka en Shamian Dao

Al anochecer paseamos por la ribera y contemplamos los espectáculos de luces y lasers (esta vez acompañados de música clásica). Los niños corren y saltan a nuestro alrededor y la situación empieza a parecerse a las escenas edulcoradas de la Angelina la yoli paseando por la India mientras elige niño para completar la colección. Los niños se acercan a Ricardo con la mirada limpia y las manos extendidas y este se agacha para recoger lo que le ofrecen. Llegados a este punto, nuestra relación con Guangzhou cambia.

Espectáculo de luz y sonido en el Río de la Perla

Históricamente, Guangzhou estaba considerada la Sodoma y Gomorra de Oriente. El gran lupanar del sur de china. Hasta que, según cuenta la leyenda, llegaron a la ciudad unos cazadores del lejano Ortezuelos (Burgos) que vagaban tras perderse en medio de una cacería (al parecer por la ingesta excesiva de orujo de hiervas). Y a partir de este momento no se vuelve a tener dato alguno de la existencia de damas de alterne por la región. O eso creíamos todos hasta que Ricardo se levantó con las manos llenas de lo que parecían cromos y girándose hacia nosotros con un extraño tic en la comisura de los labios, nos reveló la existencia del cromo-puterío.

Cole de cromos

14 de octubre. Día 5.

Tenemos que completar la colección del cromo-puterío como sea. Hay que ir con cuidado y sólo aceptar la mercancía de calidad. Los niños proxenetas pasan corriendo a tu lado y de forma imperceptible dejan en tu mano o bolsillo un número no inferior a tres cromos. Dios mío, ¡¡estamos enganchados!! Para no delatarnos nos comportamos como meros turistas occidentales y visitamos el memorial del clan Cheng. Un impresionante palacio chino de ladrillo gris que presenta una sucesión de pabellones paralelos conectados por pasarelas y preciosos patios arbolados. Dos “dioses de la puerta”, dibujados en cada hoja de cinco metros de altura, protegen la entrada. Dentro se puede disfrutar de una exposición de tallas en madera, piedra y marfil así como de trabajos en hilo de oro.

En el mausoleo de los Cheng


Después visitamos el templo Liurong. Pactamos que nunca se deja a un compañero en el camino (por mucho que se le odie) y comenzamos la ascensión a la mayor pagoda que haya visto el hombre. Se suceden los ataques de pánico y vértigo producidos por la continua inclinación de la estructura pero conseguimos hacer cumbre.
Pagoda del templo Liurong

Ascensión a la pagoda

La vista sobre la ciudad es sobrecogedora. Veo el edificio que marcará mi carrera. (Martin pon la foto de la monstruosidad por favor). Volvemos a casa no sin antes dar buena cuenta de una cacerolada de ranas, unas berenjenas rellenas y unas cabezas de pescado. El ternero gana por goleada, la palabra omnívoro adquiere nuevos significados en la figura de este chaval de constitución más bien frágil.

La fusión de estilos fascina a nuestro amigo arquitecto

Friday, November 16, 2007

Dongmenízate


Ahora que tengo scanner en casa preparaos para ver más dibujos por aquí y por el portafolio. Éste es otro Dongmen boy, de esos que pululan por las peluquerías y los tenderetes del distrito comercial del mismo nombre. Ni estudian ni trabajan, y tienen una actitud muy poco sociable. El pelo a lo Songoku no es obligatorio pero se lleva mucho.

Thursday, November 15, 2007

Haciendo el indio en China.

Por Arkaitz Izarra

Vista nocturna desde la escuela de Martin

10 de octubre. Día 1.

Sir Norman Foster es el primero en recibirte nada mas aterrizar en Hong Kong. Merece la pena pelearse por el sillón de ventanilla para disfrutar del aterrizaje sobre la isla artificial en la que se encuentra el aeropuerto. El avión baja en picado hacia las aguas de la bahía hongkonesa y cuando ya has dejado de lado cualquier discusión metafísica para empezar a rezar como un beato los rezos oídos a la amama, aparece la pista como una lengua de asfalto sobre las aguas y el avión de miles de toneladas (¡o más!) se posa mansamente. Coge la maleta, el pasaporte (más adelante rebautizado como “botellón de paaasssport”), la chamarra, recorre a pie 12km (o menos) pasa cuarenta controles y espera a que se abran las puertas al meeting point.

Y ahí está Martin entre docenas de chinos. Abrazos, llegas con retraso, te veo muy bien cabronazo, ya tenía ganas de que vinierais! En fin, te invito a tomar una birra china y me cuentas. La primera Tsingtao nunca se olvida. En una hora desembarca el resto de la expedición venida desde Tailandia convertidos ya en verdaderos mochileros. A Shenzhen!! Bus + metro + aduana(nuevos controles de passport a los que tendremos que acostumbrarnos a la fuerza. Tutu viaja con un pasaporte de la época ming y retrasa la expedición en cada control) +metro. Por fin en casa, un apartamento de dos estancias donde pasaremos los próximos días en “cordial” compañía.

Un poco de chapa y pintura y todo guapos salimos a cenar a una barbacoa callejera. Tomamos la decisión de no preguntar qué es cada cosa que ingerimos. Acuñamos el another continent another rules que en adelante nos servirá de no poca excusa. Seguimos con unas birras en el bar del camello mientras una pareja de chinos humilla a los Juaris en el futbolín, ni tan siquiera Marto y yo somos capaces de hacerles frente en este maldito futbolín de plástico. También aprendemos a jugar a los txinos con dados y cubilete acompañados por una especie de, según Martin: “chica de compañía que cobra por dar coba a la parroquia pero que no es puta, ojo“. Esta especie de quinito, junto con escupir en la calle y colarse en las colas de espera, son el verdadero deporte nacional. Terminamos en The Face, discoteca bakala llena de maquinetos chinos de metro cincuenta y chinitas sonrientes que invitan a adentrarse en la cultura oriental. Debido a la emoción por el rencuentro con nuestro gran amigo y nuestra naturaleza hedonista, terminamos por adentrarnos demasiado. Como suele ocurrir, nos perdimos los unos de los otros y como siempre, volvimos a encontrarnos en medio de grandes muestras de afecto. Cuando el jefe de la triada local comenzó a zarandear a Tricar e intentaba cercenarme el dedo índice, al parecer Tricar y Gusi se habían bebido su copa y las de sus acompañantes mientras Ternero dormitaba en algún sofa, nos dimos cuenta de que era hora de regresar a casa. No sabemos cómo pero aparecimos en la puerta de la escuela (Marto vive en una escuela). Martin nos esperaba en las escaleras de entrada. Al parecer domina las técnicas ancestrales de meditación budista porque en cuanto advirtió nuestra presencia nos guió hasta el apartamento fresco como una lechuga. Aupa marto! Esto ha empezado de forma inmejorable.

11 de octubre. Día 2.

El jet lag y la Tsingtao no son un binomio muy recomendable. Menos mal que contábamos con Gusi, nuevo gurú de la automedicación, que nos enseño las bondades del ibuprofeno. Y con el buen hacer como guía de Marto que nos llevó a comer a un fast food chino donde la cubertería consistía en guantes de plástico desechables. Probar los baozi, especie de bollo de masa blanca relleno de sopa y carne, bien merece acercarse hasta Shenzhen.

Interior del centro comercial de Luo Hu

Totalmente restablecidos nos encaminamos hacia el Luo Hu. Los mayores mercadillos europeos y bazares árabes, Harrod´s, incluso el corte inglés de Bilbao en fechas navideñas, nos parecen ahora una insignificante agrupación de chiringos donde podría orientarse sin dificultad un niño de cinco años que no levantase setenta centímetros del suelo. En el Luo Hu el espacio tiempo es otra realidad muy diferente a la que conocemos, se dilata, muta constantemente. Atravesar las puertas de este centro comercial supone entrar en una dimensión donde nunca se recorre el mismo camino dos veces pues una vez que nos movemos del punto A al B es imposible regresar porque este se ha convertido en C. Y donde el tiempo, aunque las acciones ocurran a una velocidad endiablada o debido a que nunca se interrumpen, parece parado pues siempre es lo mismo y carecemos de referencias como la luz natural o las pausas para el café (coffee break, el gran invento americano). Martin era el único que podía moverse sin extraviarse así que nos esforzamos en seguirlo de cerca, conscientes de que perderlo de vista sería fatal. Así conocimos al sastre chino de Marto y tras tomarnos las medidas apalabramos una docena de camisas para el día siguiente.

Ricar se toma las medidas en el sastre

Aliviados por salir de una pieza del Luo Hu visitamos Huaqian, el mayor mercado electrónico del mundo. Un rascacielos imponente rematado con una corona de luz y rayos láser que se perdían en las nubes nos dio la bienvenida. La gente se giraba curiosa a mirarnos pero a nosotros nos daba igual, estábamos ante una televisión de proporciones bíblicas que ocupaba la parte inferior de una de las fachadas del citado rascacielos. Nada importa si se tiene una tele así y euskaltel pirateado. Todavía no sabíamos que pronto conoceríamos torres más altas y televisores con píxeles de 10m2. Con todo, tuvimos que socorrer a Ricar que debido a la emoción, a punto estuvo de sufrir un desmayo. Ya de noche, saciados de nuevas experiencias pero hambrientos, fuimos a cenar a un restaurante musulmán-chino. Una ronda de tsingtaos ayudó a relajar nuestra excitación. Estos botellines, ejemplo del buen hacer de una cultura milenaria, de 60cl y en algunos casos de 12º no nos abandonarán ya en nuestro viaje.

Frente al edificio Seiger, en la calle Huaqianbei

12 de octubre. Día 3.

Hoy toca shopping! Nos levantamos excitados como quinceañeras en época de rebajas. Martin no nos acompañará esta vez en el Luo Hu y la idea de perdernos nos aterroriza. Antes hay que coger fuerzas.

Durante el pequeño paseo por el barrio intento acostumbrarme al incesante cambio de escala de las calles y sobre todo a la imagen del bloque residencial tipo. El crecimiento urbano de Shenzhen ha sido el mayor de las historia pero a riesgo de ocurrir de una forma magmática o anárquica se ve apoyado sobre una gran retícula donde se ordenan manzanas de diferentes dimensiones. En estas conviven pequeños bloques de viviendas con gigantescos rascacielos, explanadas que invitan al descanso con pequeños pasadizos que conducen a mercados en patios interiores. Nos damos cuenta de que pasear en china es sorprenderse a cada paso. Aún así hay un elemento que se repite constantemente y me crea cierto desasosiego. Se trata de unas jaulas de barrotes cilíndricos, de escaso diámetro y muy próximos entre sí, que ocupan el espacio del balcón. Rara es la vez en la que la forma y dimensión de las jaulas es la misma en toda la fachada debido a lo que el conjunto puede adquirir cierta gracia, pero ahí queda todo. Generalmente presentan grandes manchas de óxido y están llenas de ropa colgada, cajas, basura etc. La imagen se completa cuando algún chino sale a fumar en camiseta obrera. Explico a Martin que esos espacios me parecen opresivos aunque sean exteriores y él hace una defensa a ultranza de la estética del bloque habitacional chino.


Casa jaula

Arka y el lamian

En esas estamos cuando llegamos al restaurante. Se trata de un restaurante especializado en lamian (padre del ramen japones). Pedimos unos lamien de cerdo (delicioso caldo con verduras, grandes fideos y dados de carne. Puntuación: un 10 unánime) y ludou (puré de lentejas extremadamente dulce. Creo que no existe nada mas dulce, joder que horror) que sólo es capaz de comer Marto.

Luo Hu, revisitado

Estamos solos ante la entrada del Luo Hu. Nos conjuramos como gladiadores y entramos. Gusi es el primero en probar suerte. Compra una tarjeta de memoria para la cámara a muy buen precio y a la tercera foto empieza a dar problemas. Este episodio en vez de desmoralizarnos nos motiva aún más. Somos un equipo! Si nos mantenemos unidos en el momento crucial del regateo podremos ganar. Como en todo equipo, cada uno ha de asumir su papel y Ternero se confirma como el Ronaldinho del regateo, el Zidane del Luo Hu. Primero, calculadora en mano, encara a la tendera ofreciéndole una cantidad muy inferior al precio inicial de la(s) pieza(s). Cuando esta le gana la posición y le cierra espacios riéndose de la ínfima suma el Ternero finta con un “ in mai cauntri de prais is…”. La lucha sigue entre amagos y entradas de roja directa, “mai fers prais uas… and mai last price is…” “ok ai gou. ¿No ves que lo compro ahí al lado?” En el momento en el que el Ternero percibe que la zaguera empieza a dar síntomas de cansancio tira el último regate, una perfecta cola de vaca, dando la espalda a la tendera que se abalanza sobre él aceptando la suma inicialmente ofertada. Es aterrador volver a ver la mirada de total incredulidad y desamparo de Rafa Alkorta en los ojos de los tenderos chinos. El Tutu es un killer y nosotros lo celebramos.
Continuara…

Monday, November 12, 2007

Recochineo

Estamos casi a mediados de noviembre y el agua está perfecta, así que el sábado pasado los juaristis de Shenzhen se fueron a dar un baño a la playa de Xiaomeisha. La foto de abajo es para que os hagáis una idea de los bañadores que usan por estos lares. A veces vivir en China es como viajar en el tiempo.


Paciencia con lo de Arka, que el chaval está escribiendo una trilogía. Me ha dicho que la primera entrega será esta semana, eso sí.

Arte en las calles

¿Quién dijo que Shenzhen es una ciudad sin cultura? Creo que no miento al decir que no es posible dar veinte pasos sin toparse con alguna clase de escultura. Siempre habrá quien le ponga pegas a la calidad u originalidad de las obras, pero lo que está claro es que en cantidad Shenzhen no tiene nada que envidiarle a ninguna otra ciudad del mundo. Aquí tenéis algunas muestras en blanco y negro, que queda más artístico.







Posted by Picasa

Thursday, November 01, 2007

After the apojuerguistis

Ya podéis perdonarme pero es que me ha costado un poco recuperarme de los diez días de farra que pasé con los amigos de Bilbao. El desgaste físico fue notable, pero peor fue la pena que me dio verlos marchar. Bueno, la verdad es que cuando se marcharon (a las tantas de la madrugada del sábado 20) estaba yo demasiado grogui para enterarme de nada. La murria me entró al despertarme, horas más tarde, en aquella habitación que habíamos compartido los cinco, en un modesto albergue de la isla de Hong Kong, más sólo que la una en el corazón de la ciudad con mayor densidad de población del mundo.

Admito que en aquellos diez días de convivencia ininterrumpida había momentos en los que echaba de menos algo de intimidad (siempre he sido un poco ermitaño, y la estancia en China no ha hecho mucho por mejorarme), pero todas esas pequeñas incomodidades carecen ahora de importancia.

¿Qué hicimos? Pues un poco de todo. Estuvimos en Shenzhen, Guangzhou, Macao, y Hong Kong, comimos muy bien casi siempre y no nos dimos ni un respiro, ni de día ni de noche. Ha sido una visita atípica la suya. No han visto ni la gran muralla, ni la ciudad prohibida, ni los guerreros de terracota, pero sí que han visto cosas y vivido experiencias lejos del alcance del turista común.

Como anfitrión, creo que es mejor dejar que sean ellos quienes hablen. Yo creo que lo pasaron bien, pero que sean ellos los que lo digan, ¿no os parece?. Arka ha prometido escribir una crónica de la visita para el blog, así que tendréis que esperar a que la termine su relato. No se si me conviene, no vaya a hacerlo demasiado bien y me deje en mal lugar, pero me parece interesante que por una vez contéis con el testimonio de un visitante. Conociendo a Arkaitz, seguro que tiene mucho que decir.

Unas fotos para abrir boca:

Cuatro Juaris triunfando en Shenzhen

Guateque multiétnico

Joseba, Pablo y Ricardo junto a los padres de la República Popular

Vista desde Artxanda, digo Victoria Peak, en Hong Kong

En la Bahía de HK