Diario de un aventurero en chinataun taun taun.

Friday, November 24, 2006

Sunny se casó

Sunny se casó el pasado 7 de octubre en la provincia de Fujian, en el pueblo natal de su marido. No nos habíamos visto desde que dejamos las clases de chino en julio, y el sábado quedé con ella para charlar en un Starbucks. A pesar que siempre he hablado bien de ella, confieso que no lo he hecho con la frecuencia ni el encomio que merece. Mis interlocutores nunca me parecían dignos de su atención, y temía que si se daba demasiado a conocer no me iba a ser posible reanudar las clases con ella, que es lo que ha terminado pasando. Al final mi estrategia ha fracasado y su lista de alumnos ha crecido hasta el punto de que le es imposible dar clases a nadie más. Merecido lo tenía.
Sunny parece feliz con su nueva vida, pero a mí su relato me hizo pensar que para casarse en China todavía hay que estar peor de la cabeza que para hacerlo en occidente.
La pareja quería casarse en Shenzhen con una celebración más austera a la que sólo asistieran amigos y familiares directos, pero la familia de él insistió en hacer una boda por todo lo alto en Fujian, invitando a casi todos los vecinos del pueblo, que por fortuna no debe ser demasiado grande, y agasajándolos con ostentación. A pesar de no haber sido idea suya, y de que los gastos corrían a cargo de su suegro, Sunny todavía estaba arrepentida y escandalizada por el dispendio. Más de quinientas personas asistieron al banquete, que empezó a media tarde y se alargó hasta las siete. 60.000 yuanes, alrededor de 6.000 euros, alrededor de un millón de pesetas, volaron en poco más de cuatro horas. No sabría deciros en qué medida, pero hay que tener en cuenta que un millón de pesetas para un chino supone muchísimo más dinero que para nosotros.
Después del banquete, los novios se reunieron con los amigos y familiares más próximos para la tradicional ceremonia del té. Según el rito, la pareja debe ofrecer una copa de té a todos los invitados, y estos tienen derecho a obligar a cantar a la pareja y formularles cualquier tipo de pregunta antes de aceptar el ofrecimiento y mostrar su aprobación al enlace. Al parecer, el que alguien se oponga a hacerlo puede arruinar la boda, por que no se explica que de otra manera que los novios vayan a pasar por semejante humillación. Ambos tuvieron que cantar en varias ocasiones, pero a Sunny le tocó contestar a la mayoría de las preguntas (preguntas como si sabía cocinar tal o cual plato, cuánto dinero hacía con su trabajo, o si tenía una cuenta propia en el banco) y mostrarse encantada de ello, la anfitriona ideal. Al día siguiente repitieron el rito con unos cuarenta vecinos que siguieron poniendo a prueba la paciencia de la pareja. En particular el borracho del pueblo, que, sintiéndose ofendido no se sabe muy bien por qué, se negaba a aceptar la dichosa copa. El marido y el suegro tuvieron que tirarse horas hablando y bebiendo con el sujeto para que se aviniera a tomar el té.
Con eso se terminó la ordalía y los recién casados pudieron irse a descansar a Hainan, una isla muy turística donde disfrutaron del sol y del marisco.
A pesar de todo esto, no descarto casarme con una chica de Fujian. Por lo que me dijo Sunny, cuando un hombre se casa con una oriunda de la provincia debe ofrecer una dote a la familia política. La familia rechaza la dote y ofrece a cambio una suma mayor.

Tuesday, November 14, 2006

Lecturas

Antes de nada me gustaría agradecer el apoyo que muchos me habéis manifestado como respuesta a la anterior entrega del blog. Puede que os diera una impresión más patética de lo que pretendía, o que el hecho de que me imaginéis solito en el otro extremo del mundo haga que algunos os preocupéis más de lo debido, así que me veo en el deber de aclararos que, con avestruces o sin ellas, sigo muy contento de estar aquí. Además, ahora que han pasado los exámenes, los chavales están volviendo en sí, recordándome a los primeros días de clase, cuando entonaban el “Hola Don Pepito” con un entusiasmo que hubiera emocionado al mismísimo Miliki. No pretendo negar la razón a aquellos que se sorprenden de que algunos alumnos no sean conscientes de la inmensa suerte que tienen de tenerme a mí como profesor, pero hay que tener en cuenta que con la cantidad de horas que meten (los de secundaria, internos en la modelo de Yantian, apenas paran de siete de la mañana a diez de la noche entre clases, sesiones de estudio, desfiles, debates, partidos de badminton y demás zarandajas) lo verdaderamente asombroso es que conserven conciencia suficiente para recordar sus propios nombres.
Ayer por la tarde me pasó algo curioso al salir del Shenzhen Book Centre, una especie de Fnac venida a menos con una cafetería idónea para tirarse horas leyendo. Una señora se me ha acercó en las escaleras mecánicas y, tras preguntarme de dónde era, me propuso acompañarla a la oficina de una empresa llamada Good Voice Culture Company para hacer una prueba de lectura en español. Al parecer hay aquí bastantes empresas que contratan a extranjeros para grabar mensajes publicitarios o educativos en sus respectivos idiomas (preferentemente inglés americano). Sé de unos cuantos yanquis que se sacan un dinerillo extra por esta vía, y hará unos seis meses me llamaron de una de estas empresas para hacer una prueba, pero al final se debieron olvidar de mí y no volví a saber de ellos.
Anduvimos más de media hora, atajando por callejones ignotos y patios particulares, hasta llegar a la oficina, que estaba bastante más lejos de lo que había insinuado la mujer, en un edificio de apartamentos algo destartalado. Al entrar se me presentó el jefe, un tipo bastante seco que no hablaba una palabra de guiri. También había allí un canadiense que ya se iba y tres chicas muy ocupadas que apenas levantaron la vista de la pantalla del ordenador cuando las saludé con la mano. Tras sentarme en el sofá de la entrada y darme un vaso de agua, el jefe procedió a entrevistarme utilizando a la mujer de la librería (cuyo inglés tampoco era para echar cohetes) como intérprete. Lo que más les interesaba saber era si era capaz de leer en inglés americano, a lo que yo respondía que, por poder, podía hacer un intento, pero que veía casi imposible que pudiera pasar por nativo. En estas ocasiones siempre me puede la honestidad, pero, bien porque estaban muy necesitados, o porque la intérprete (que cobraba una comisión por cada lector que les llevaba) no estaba interesada en traducir lo referente a mis carencias, insistieron en que hiciera una grabación en inglés. Leí dos folios llenos de frases y palabras inconexas en la sala de grabación con el convencimiento de que en cuanto le enseñaran aquello a cualquiera que entendiera un poco se iban a partir de risa, hasta que apareció una tal Gogo, que hablaba un inglés impecable, a la que pude por fin explicar que les haría mucho mejor servicio leyendo en mi idioma nativo. Gogo accedió a que hiciera una grabación en castellano, pero, al comprobar que no tenían textos, me preguntó si llevaba algo encima que pudiera leer. Miré en la mochila y encontré la letra de El menú, cuya versión a cargo del Golden Apple Quartet cosechó un notable éxito en mi clase de español avanzado. Recité la letra haciendo un esfuerzo titánico para ser solemne y que no me diera la risa, y creo que a los chinos les sonó bien porque el jefe me felicitó levantando los pulgares. Aquí tenéis la letra por si os apetece hacer un intento:

EL MENÚ (K. Zöllner)
Camarero, señor, camarero, señor.
¿Qué hay para hoy? Señor, un buen menú.
Solomillo asado con patatas fritas,
sesos huecos, hígado, liebre, chateaubriand.
Sopa de albondiguillas, caldo de tortuga, sopa húngara,
consomé de almejas, gran cocido parisién, huevos al gratén.
Tenemos pollo asao, asao, asao, asao, con ensalada,
buen menú, buen menú, buen menú, señor.
Y frescos calamares, gallo, pescadilla frita, salmonetes, barbos,
bacalao a la vizcaína, atún, besugo,almejas, truchas, sábalo, langosta
a la americana, y faisán relleno, pavo asao, asao...
Pavo asao, asao, asao, asao con ensalada,
buen menú, buen menú, buen menú, señor.
Frito de espinacas, berenjenas fritas, habichuelas, frijoles y tortilla al ron.
Crema, tocino de cielo, mazapán, natilla, hojaldre, franchispán,
flan de avellanas, frutas, queso roquefort y también gruyere.
Y después, buen helao, y café, buen provecho le haga a usted.
Buen provecho le haga a usted.

Me dijeron que me pagarían una comisión de 200 renminbis (20 euros) por cada colega yanki que les llevara, y que me llamarían en cuanto me necesitaran para leer algo. Espero que lo hagan, porque son unos 15 euros la hora.

Monday, November 06, 2006

Avestruces en mi clase

Las últimas dos semanas de clase se me han hecho algo cuesta arriba, sobre todo con esos siete grupos de cuarenta y pico alumnos que apenas saben decir su nombre en español. Salvo unos pocos voluntariosos que me cosen a preguntas cuando termina la clase, los alumnos vienen a clase con el entusiasmo del estudiante de educación física al que no le queda otra que tomar poesía isabelina para sacarse unos créditos de libre elección. Dado el tamaño de los grupos y la frecuencia con la que los veo (sólo les imparto una clase a la semana) no me hago muchas ilusiones respecto a lo que les puedo enseñar, de modo que procuro que la experiencia no les quite las ganas de estudiar español en el futuro. La mía es para ellos una asignatura maría, así que no es de extrañar que, al acercarse los exámenes de mitad de semestre, su interés decaiga para concentrarse en asignaturas de mayor enjundia para su currículum escolar, asignaturas cuyos profesores tienen la potestad de aprobarles o suspenderles. Yo puedo poner una mala nota de actitud general en el cuaderno que firmo al final de la clase, cosa que, como es natural, no les hiela la sangre.
Hasta ahora me he considerado afortunado de no tener que enfrentarme a cuarenta y tantos (o veintitantos) adolescentes occidentales en similares circunstancias, pero empiezo a cuestionarme si no sería mejor vérselas con los alborotadores ojos redondos que con los ojos rasgados expertos en resistencia pasiva.
Hay días en los que parece que ni parpadearían si entrara por la ventana en lugar de hacerlo por la puerta. El profesor de poesía isabelina se puede limitar a dar una clase magistral, pero yo necesito que mis alumnos participen, así que sólo queda ser entretenido o amenazador. Aparte de que corro el riesgo de hacer el ridículo al no tener gran cosa con la que amenazar (“os voy a poner una mala nota de actitud general en el cuadernillo”), creo que no se me daría bien meterles miedo. Puedo poner mala cara y abroncar a alguien si no queda otro remedio, pero lo hago sin la convicción de esos profesores que tienen al personal acojonado, y con los que algunos se terminan encariñando. Esto siempre me ha desconcertado, pero supongo que hay un tipo de profesor ideal para cada alumno y viceversa. El mío no es desde luego el del alumno que necesita que le asusten. Como profesor, creo que se me da mejor entretener (demontre, me hubiera encantado tenerme de profe), pero sin un público receptivo ni la retórica más elocuente y seductora despierta el menor interés.
Me pregunto si es la timidez extrema con la que mis alumnos participan, o se resisten a participar, lo que lleva a algunos a cruzar los brazos sobre el pupitre, hundir la cara entre los mismos y echarse a dormir. Es lo que llamo “la técnica del avestruz”, porque parece que piensen que enterrar la cabeza les va hacer invisibles a mi vista. A pesar de que para estas alturas deberían saber que despertar alumnos exhaustos no me provoca cargo de conciencia, sigue habiendo gente que lo hace y empiezo a plantearme comprar una bocina de aire comprimido para ver cómo saltan. El día que lo haga grabaré un video para que lo veáis en Youtube.
Hoy mismo he despertado a una de estas bellas durmientes y me ha dicho que estaba descansando porque le dolía la tripa. “Bueno” le he dicho “entonces no puedes estar en clase. Tendrás que ir a casa o a la enfermería”. Ella ha seguido insistiendo en que quería seguir así a pesar de que también le he ofrecido ir al baño o salir a tomar el aire hasta que se encontrara mejor. Al final he terminado consintiendo que siguiera así, pero al de cinco minutos otra chica la ha imitado y me ha puesto la misma excusa al despertarla. Como no quería consumir más tiempo con diálogos de besugo les he dejado hacer el avestruz hasta el final de la clase, pero ahora me preocupa que otros empiecen a utilizar la misma excusa.
Lo que peor llevo, de todas formas, son los preparativos para las clases. Me lleva muchísimo tiempo y esfuerzo dar con actividades tan sencillas y amenas como sea posible. Un trabajo inútil si no están por la labor, pero tengo que hacer lo que está en mi mano.